lunes, octubre 16, 2006

Frialdad


Un paraje helado. Un frío que se mete en los huesos y te cala muy hondo. Alguien dijo que el frío hacía a uno sentirse vivo... No en esta ocasión. Es una sensación tan gélida que apenas puedes moverte, y lo poco que avanzas se transforma en un lento y cortante desliz. En el momento en que algún tipo de fuerza ejerce como freno, un sonido chirriante te rompe los tímpanos. El vaho se solidifica practicamente al abandonar tu boca. Pero al menos sigues vivo.

Vuelves a estar a solas con tu mente, y notas como la fiebre te aumenta al notar su presencia. Tu presencia. No sabes si sientes miedo, angustia, o qué. Sólo sabes que sientes el vacío. Nada. De hecho incluso sonríes al apreciar que la frialdad se ha a apoderado de ti, te gusta. No estás movido por el dolor, quizá sí. Pero lo dudas. Más bien es la ausencia de dolor lo que te aturde. Por un momento notas tus nervios, y tienes ganas de huir, pero tus pies se han solidificado al intentarlo y se han solapado a la superficie de hielo. Callas gritando con la mirada. Abres bien los ojos. A lo lejos hay un gran espejo, necesitas verte.

Tus labios están azules, tus ojos casi grises y tu piel, blanca y mortecina. Eres una belleza helada. Patinas, decides dejarte llevar, y haces piruetas y florituras al compás de un réquiem. Es una imagen tan exquisita como melancólica. Todo es arte a tu alrededor. Versiones gélidas de los mejores pintores, esculturas grotescas que te impactan y te encantan... Mal asunto, tienes espectadores. Su palpitante calor vivaz te llama la atención, te detienes, y los contemplas. A punto estuviste de caer. Alguien se acerca, entra dentro sin ser invitado, aunque tampoco se lo impides. El ambiente da un giro, ya no es helado, pero aún queda mucha escarcha. No puedes patinar, está todo fragmentado. El recién llegado trata de reconstruir, a su modo y al tuyo, una nueva pista. Le sangran las manos y eso te inquieta. Su intención es buena, la tuya también. De repente una maraña de sentimientos vuelven a hacerte vulnerable, y vuelves a sentir miedo. Ya no eres etéreo. Tienes calor, y el calor te gusta, pero prefieres el frío, tu frío.

Esa persona se va. Algunos se quedan, quietos, contemplándote.

Una mirada al espejo, y sigues patinando.
Esa es la auténtica frialdad.

1 comentario:

dAve dijo...

Es increible como has descrito esa pista de patinaje, sobrecoge en serio... los cuadros, las esculturas... Me hace imaginar gente sentada que te mira sin expresión en la cara, ausente. Que en el fondo de su alma intenta ayudarte pero ni sabe como, ni tiene experiencia para hacerlo. Ahi estan sentados... sin más, y a ti como q te ha dejado de importar, y sigues a tu bola patinando, rechazando el calor vulnerable (buena asociación).
Lo imagino en una peli y sería increible, creo que incluso seria mi peli preferida segun lo proyecto en mi cabeza (ya ke no me puedo meter en la tuya).
Me encanta que seas tan díficil de comentar, a la critica se lo vas hacer pasar mal... jeje.
En serio, cojonudo, brutalisimo, cualquier termino que sea paredizo a grandeza y a colosal. De los que mas me han gustado junto con el anterior. Hay algo en ti... sobrecogedor, enorme (me haces parecer a un juez de operacion triunfo q horror!)
(Kata estará en shock)

Te quiero mazo