martes, marzo 27, 2007

Farsa




Hay ciertos sonidos que son iguales, estés en la ciudad que estés. El ruido de los coches, las ambulancias, la policía... Y por un fugaz segundo... puedes cerrar los ojos y transportarte mentalmente donde quieras. Dejar que una lágrima de emoción te recorra el rostro mientras recuerdas los buenos momentos. Y algunos no tan buenos... Una persona incomprendida en una ciudad demasiado conocida. Llegó el momento de ser incomprendida en una ciudad desconocida, al menos no espera que nadie la entienda allí. Tampoco le importa. Sus posibilidades, su rol, ahora es otro. Es el momento de controlar el áuriga de su vida.

Camina entre su niebla y la lluvia. Se embriaga del aire que respira. No es sino libertad que se cuela dentro, como una sensación de paz, de levitación. Y pequeños rayos de esperanza que se cuelan entre las paredes blancas y las columnas amarillas. Siente que se repite, pero simplemente trata de perfeccionar la nueva receta que ahora bate en su cabeza. Aunque falta algo... O sobra algún ingrediente. O tal vez, hace una combinación peligrosa. No lo sabe, pero se atemoriza, le asusta su futuro. Lo observa, frunciendo el entrecejo, sin entender por qué el camino sigue. Ni a dónde va. Y, la verdad, es que generalmente le es indiferente. Tiene sus objetivos momentáneos, pero calculados. Y siempre le han servido. Pero las voces dicen que es el momento de cambiar...

Dicen que debe callar, en duelo, a toda voz de su interior ajena a su realidad.

¿Y qué realidad?..

... Entonces sonríe, en un gesto de satisfación por su conclusión: "Ya vuelvo a tener diálogos profundos con mi mente, je... ¡Serás farsante, pilliiiiina!"

lunes, marzo 26, 2007

Lluvia




Por momentos, el olor de la ciudad hace que baje la guardia. Las calles húmedas huelen a jazmín y naranjo. Está lloviendo. Las gotas caen en perfecta armonía y en mi mente se oye el repique constante de estas. Inspiro. Los recuerdos llegan, no de golpe, pausadamente pero lo suficientemente rápido como para marearme. Son los reflejos de los fantasmas de un pasado que acabo de dejar atrás. No puedo aún dejar de verlos, están ahí porque yo los proyecto en mi imaginación, acercándome ligeramente a la anestesia sentimental como único método de autodefensa. Y por un instante... Por un instante noto un pitido agudo en mi cabeza, el eco de las voces que gritan en mi interior, todo preguntas.

Caer es fácil, levantarse no tanto. Y te levantas. Vuelves a caer, y vuelves a levantar, y a caer y... Un ciclo repetitivo de un tira y afloja que dejó de tener gracia hace mucho tiempo. Y piensas: "¿Cuándo parará?". Tal vez no pare nunca, pero prefieres negar esa idea, y sigues levantándote, porque sabes que ese gesto te llevará a tu propia fortaleza. Te hará inmune. Tarde o temprano. Te preguntas en silencio cuándo dejarás de darte golpes contra la pared por tus errores. Cuándo dejarás de autoflagelarte por situaciones impuestas que no pudiste solventar. Y tantas cosas perdidas... Tantas. Y a veces, llega un momento en el que lo que has perdido es el control de ti mismo. No te sientes libre, ni dueño de ti. Necesitas escapar de un asfalto que te asfixia, de calles que te gritan tus memorias. Necesitas andar, como yo ahora, por la calle mojada. Sintiéndote libre poco a poco, notando el desarraigo. Siendo tú, o siendo como quieres que te vean. Pero siempre al mando. Notas la llave de tu vida en tu bolsillo y crees que podrás usarla cuando quieras.

E inspiras... Inspiras cada aroma de tu alrededor y dejas que te embriague. Porque no huele a polvo, a humo de coche o a basura, ni siquiera a jazmín...
... Huele a tu nueva vida. Una nueva vida llena de caídas, pero ahora, te has hecho con una cuerda.

domingo, marzo 25, 2007

He venido conmigo



Me encuentro sin rumbo en una ciudad-destino. Camino, escuchando mis pasos, respirando el sendero. Extiendo mi mano, tratando de alcanzar los tejados mientras noto como el sol se adentra en mi cuerpo, por la nariz. Me pierdo, me busco, ¿me encuentro? Noto el sentimiento en un vaivén de anestesia y potencia, un balancín cíclico. Las palabras se ponen en orden y deciden salir una por una, ya no se asfixian unas a otras, no se agolpan, ni se obstruyen. Simplemente fluyen.

No es alegría lo que me trasporta el viento, tampoco tristeza... Simplemente lo siento. Y lo más curioso es la necesidad de aislamiento a largo plazo en busca de una cura a mi propia locura.

Las ciudades pueden ser trampas mortales llenas de fantasmas del pasado. Momentos, regresos, que jamás saldrán de tu mente, y que lentamente, te van mantando por dentro. El corazón se congela, tu cabeza siente lástima momentánea de ti, y necesitas escapar. Escapar de la prisión de tu pasado y tu presente, para poder sentirte libre. Sentirte dueño de ti, y no solo, porque te tendrás siempre.

Por eso me evado entre los tejados, tratando de encontrar mi suerte. Pero aunque el corazón ahora esté caliente, la cabeza seguirá fría, y de frente.

Siempre de frente.