
En una habitación de hotel se puede hablar de muchas cosas. Es un ambiente selecto para las confesiones de dos personas que no se ven hace años y que por algún motivo se abren por escasos segundos ante la otra. El tono lúgubre de la habitación no apela al optimismo. Cristales esparcidos por el suelo, a los pies de la cama, no son un buen presagio. El vaso se ha roto y tú lo has visto en fotogramas, pero sólo en tu mente, a través de su sonido. No llores aún. Sangre, y un golpe en la nariz. Puede que no fuese intencionado, pero era doloroso. Como ese amor. Ese cariño. Inocente, pero doloroso; sincero, y cortante, como el vidrio incrustado en mi planta del pie al levantarme y pisar de lleno los añicos... Secretos, declaraciones prohibidas, censuradas. Un círculo de fuego azul que quema. Palabras que pinchan al corazón y desgarran las entrañas, promovidas por la impotencia. Llanto, miles de lágrimas sinceras y amargas, contenidas en un pequeño frasco ocular. Los nervios a flor de piel, arrancando el papel pintado de las paredes con la mirada. Un abrazo tan protector que sólo te da paso a quedarte inconsciente. Un abrazo que jamás se irá de tu mente. Que te repetirá ese día, cada vez que alguien imite tan sublime gesto. Una voz cálida trata de envolverte en su dulce manto con éxito paulatino. Un beso, dos. Caricias de consuelo alrededor del pelo. Una mujer desmayada en brazos de un hombre, presa de una tristeza de origen incierto. Agotada, débil, vulnerable. Una imagen esperpéntica, en la cama de un hotel.
Ya puedes llorar... Llora porque ese puede ser el último recuerdo que tengas de él. Llora porque ese abrazo te hizo sentir tan querida que hizo que todo mereciese la pena. Llora por él. Por el pasado. Por lo que no volverá jamás. Por el vacío. Ya puedes llorar, hazlo como si te fuese la vida en ello. Siente ese nudo en la garganta que te lo está impidiendo, esa tensión en la cara que no te deja derramar una sola lágrima. Llora. Llora. Llora. Aunque estés seca.
Un cariño que nunca unirá.
Dos personas que se quieren y jamás estarán juntas.
Dos tipos distintos de reglas...
Dos juegos.
3 comentarios:
Es demasiado bueno :(
demasiado..
Mer...tienes que prometerme una cosa. No vuelvas a escribir nada parecido hasta que me enseñes antes un adjetivo que esté a la altura de tu talento....Así no hay quien comente tus posts.
Nunca estuve en esa habitación y, claro, nunca deseé ser abrazado por un hombre. No obstante...has rozado la transparencia, la transmutación hacia el todo. Por un momento te has convertido en algo que está y no está, en alguien que me cuenta cómo se siente pero que no deja rastro, ni de ella ni de su pasión. Joder, esto es patético. Enséñame ya ese adjetivo, porque todo esto son palos de ciego.
^_^
me sumo a la busqueda del adjetivo!
:)
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