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La música sonaba y yo seguía el ritmo casi por inercia mientras dibujaba en mi cuaderno. Después de tantos años... Había comprado un bloc y un portaminas y ahora estaba tratando de dar sombra a la mano tendida, en el frío suelo del folio, con un bote de pastillas. Por algún motivo sentía la necesidad de dibujar algo inerte, impactante, algo que posiblemente me diese miedo recordar.
Observé mis manos por un instante, las imaginé muertas. Grises, incluso delicadas. Como una pieza de una antigua estatua de mármol. Solté el cuaderno.
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El sonido cada vez era más fuerte y mi mente empezaba a chirriar. Era el estruendo del recuerdo. Las canciones que son capaces de fustigarte. Aquella melodía que se convirtió en tu destrucción.
Hiperventilé. Sentí como si mi alma se hubiese quedado atrapada en la epiglotis; como si mis fantasmas me hubiesen dado un puñetazo en el estómago provocándome una fuerte arcada que trataba inútilmente de expulsar todas las pesadillas de mi mente, mis miedos, mis más oscuros pensamientos. No tuve éxito. Una lágrima impaciente comenzó a resbalar por mi mejilla, adheriéndose a la piel, quemando como si fuese ácido. Una lágrima y mil más. Intenté respirar, actuar... y mi cuerpo se limitó a llorar en silencio. Compulsivamente, entre gemidos tan ténues que resultaban espeluznantes. Una imagen poco agradable para alguien ajeno. LLORABA. Lloraba y no podía controlarlo, ni quería. A medida que el llanto raspaba mis pómulos sentía como el sufrimiento me iba llenando sin desbordarse. Una muerte que da vida. Una soga que te salva.
Lloraba y quería seguir haciéndolo porque así, mientras lloraba, me alejaba del camino de la imperturbabilidad, la frialdad. Un camino que aún no es momento de tomar.
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Poco a poco la calma me iba envolviendo. Al fin y al cabo lo que provocó el llanto fue mi mente. Mi propia terapia. Llorar. Llorar por todo lo horrible que pasó, pasa o puede pasar, y prepararse. Prepararse para ser fuerte. Llorar porque sabes que cuando esos momentos lleguen es posible que ya no seas capaz de soltar una sola lágrima. Llorar para quedarse seca.
Llorar por todas las batallas que has luchado.
Y aún acaban de empezar.
www.myspace.com/besameymuere
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