lunes, diciembre 25, 2006

Desequilibrio


Las lágrimas caen, poco a poco, a modo de tortura china, volviéndome loca. Es un líquido caliente que trata de erosionar mi piel, dejando una estela de frío y escozor a su paso. El vómito de todos mis sentimientos a la altura de la garganta, ni sale, ni baja. Simplemente se queda ahí. Demasiada empatía para un corazón tan pequeño. Demasiada impotencia. Una mirada estoica, posiblemente vacía, que sobrelleva los golpes lijándolos silenciosamente. Imperturbabilidad. Indiferencia. O nada. Cuesta asumir una pérdida, aún más dos. Pero una pequeña voz de mi conciencia me dice que me lo merezco... Sufrir. Sufrir por el dolor ajeno. Condenada a ver el fruto de mi demonio. El ángel caído de mi mente que ronda por los mundos de otras personas, dejando huella. No quiero hablar más de la cuenta. No contigo, lector, que no te lo mereces. Que no mereces nada de mí. Oyes y juzgas y sigues sin saber. No eres consciente, de nada, y no puedes entenderlo. JAMÁS... Y mejor, este juego no va contigo. Nunca lo fue. Ni lo será. Nunca comprenderás lo que siento, porque te viene grande. No es ni por asomo algo tan vulgar como eso que tú llamas "amor". Es el desequilibrio.


Yo caigo, y me levanto... Por mí, y también por él. Porque puedo, y él no. Porque sé que no le gustaría que no lo hiciese. Porque tengo aún la estúpida esperanza de contagiarle mi fuerza.


Él se escapa, se evapora. Se congela. Y tú no lo ves.


Siempre conmigo, en mi corazón, en lo más profundo.


No puedo decir adiós.


No a él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Condenada a ver el fruto de mi demonio. El ángel caído de mi mente que ronda por los mundos de otras personas, dejando huella".. (dejando de lado que me gusta cómo lo has expresado ;)) Si por la propiedad transitiva la huella que imprimes en las personas deja su impresión en ti..¿no te estás pisando los pies a ti misma? ¿por qué?